Rev Esp Endocrinol Pediatr 2013;4(1):42-47 | Doi. 10.3266/RevEspEndocrinolPediatr.pre2013.Jul.197 | |||||||||
Presencia de anticuerpos anti células parietales gástricas en niños y adolescentes con enfermedad tiroidea autoinmune | |||||||||
Presence of anti-gastric parietal cell antibodies in children an adolescentes with autoimmune thyroid disease | |||||||||
Sent for review: 13 Apr. 2013 | Accepted: 22 Jul. 2013 | Published: 16 Sep. 2013 | |||||||||
Mariona Bonet Alcaina1, MarÃa Victoria Borrás-Pérez2, Raquel Corripio Collado3, Maria Escolà Llop4, Marta Murillo Vallés5, Sandra Ortigosa Gómez1, Pilar Ruiz-Cuevas Garcia6, Consuelo Sánchez Garre7, Meritxell TorrabÃas Rodas8 | |||||||||
1Unidad de EndocrinologÃa Pediátrica. Hospital Parc Salut Mar. Barcelona. Barcelona 2Unidad de EndocrinologÃa Pediátrica. Hospital General de Granollers. Granollers, Barcelona 3Unidad de EndocrinologÃa Pediátrica. Hospital de Sabadell. Corporació Università ria Parc TaulÃ. Universitat Autònoma de Barcelona. Sabadell, Barcelona 4Unidad de EndocrinologÃa Pediátrica. Hospital Joan XXIII. Tarragona. Tarragona 5Unidad de EndocrinologÃa Pediátrica. Hospital Universitari Germans Trias i Pujol. Badalona. Badalona, Barcelona 6Unidad de EndocrinologÃa Pediátrica. Clinica Girona. Girona 7Unidad de EndocrinologÃa Pediátrica. Hospital de Terrassa. Terrassa, Barcelona 8Unidad de EndocrinologÃa Pediátrica. Hospital General de Vic. Vic, Barcelona | |||||||||
Correspondence:Mariona Bonet Alcaina, Unidad de EndocrinologÃa Pediátrica, Hospital Parc Salut Mar. Barcelona, Paseo MarÃtimo nº 25-29 , 08003 Barc, Barcelona E-mail: 18541@parcdesalutmar.cat E-mail: 12266wcl@comb.cat | |||||||||
Tabla 1 - CaracterÃsticas de la gastritis autoinmune | |||||||||
Tabla 2 - CaracterÃsticas clÃnicas de los pacientes | |||||||||
Tabla 3 - Pacientes con ACPG positivos e hipergastrinemia | |||||||||
Figura 1 - Etiopatogenia de la Gastritis autoinmune | |||||||||
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INTRODUCCIÓN La enfermedad tiroidea autoinmune (ETAI) constituida por la tiroiditis linfocitaria crónica y la enfermedad de Graves se asocia frecuentemente a otras enfermedades, con las que comparte una misma etiología autoinmune, como la enfermedad celíaca y la diabetes mellitus tipo 1 (DM1). Sin embargo su asociación con la gastritis autoinmune (GAI) es menos conocida y por ello menos investigada. La GAI anteriormente conocida como gastritis crónica atrófica tipo A, es una entidad con cierto fondo hereditario que afecta al cuerpo y fundus gástrico, respetando el antro. Sus características principales se resumen en la Tabla 1(1). En la mucosa del cuerpo y fundus gástricos se alojan las glándulas oxínticas constituidas por distintos tipos de células, entre ellas las células parietales, responsables de la secreción de ácido clorhídrico (HCl) y de factor intrínseco, y las células principales que secretan pepsinógeno I. La secreción de HCl está regulada entre otros mecanismos por la gastrina que la estimula, y la somatostatina que la inhibe(2). En un 60-85% de los pacientes afectos de GAI se detectan en suero anticuerpos contra las células parietales (ACPG) siendo estos su principal marcador inmunológico y en una menor proporción (del 30 al 50%), anticuerpos contra el factor intrínseco. Los ACPG tiene como diana antigénica la bomba de protones (ATPasa H+/K+) de las células parietales lo que produce hipo o aclorhidria. La pérdida de retroalimentación negativa que ejerce el HCl sobre la secreción de gastrina determina hipergastrinemia. El ataque inmune que sufren las glándulas oxínticas ocasiona también la disminución de pepsinógeno I y de factor intrínseco, necesario para la absorción de vitamina B12(1). La GAI tiende a evolucionar hacia atrofia de la mucosa gástrica, cursando inicialmente con anemia ferropénica, y en un estadio avanzado de la enfermedad con anemia perniciosa y un incremento del riesgo de tumores gástricos malignos: adenocarcinoma y tumor carcinoide, relacionados con metaplasia intestinal e hiperplasia de células enterocromafines, de ahí la importancia de su diagnóstico precoz(3). Se postula que este proceso inmune podría ser facilitado, a través de diferentes mecanismos, por la infección por Helicobacter pylori (Figura 1) (1). En adultos se conoce desde hace tiempo la asociación entre la GAI y la ETAI, habiéndose descrito que hasta un 40% de pacientes con GAI presentan de forma asociada ETAI(4). Sin embargo existen pocos estudios realizados en edad pediátrica por lo que el objetivo de nuestro trabajo ha sido conocer la frecuencia de esta asociación, sus posibles manifestaciones clínicas, y determinar si estaría indicado incluir su investigación en pacientes con ETAI.
MATERIAL Y MÉTODOS Se trata de un estudio descriptivo transversal multicéntrico (8 centros sanitarios del área de Cataluña) en el que se reclutaron 57 pacientes diagnosticados de ETAI (43 mujeres y 14 varones) por presentar hipertiroidismo o hipotiroidismo asociado a presencia de anticuerpos estimulantes del receptor de TSH, anticuerpos contra la peroxidasa o anticuerpos frente a la tiroglobulina. De ellos, 39 estaban afectos de tiroiditis linfocitaria crónica (28 mujeres, 11 varones con edades comprendidas entre 5 y 17 años) y 18 con enfermedad de Graves (15 mujeres, 3 varones con un rango de edad de 6-19 años). En todos, en el análisis de control de hormonas tiroideas, se añadió la determinación de ACPG y en 32 pacientes la determinación de gastrina. La determinación de ACPG se realizó en todos los casos por inmunofluorescencia. Se practicó gastroscopia en tres pacientes con ACPG positivos e hipergastrinemia. Se evaluó también edad al diagnóstico de ETAI, los años de evolución al inicio del estudio, la presencia de otras enfermedades autoinmunes y la clínica asociada.
RESULTADOS Se detectaron ACPG positivos en 4 de los 57 pacientes estudiados (7%) (Tabla 2). La edad del grupo de pacientes con ACPG positivos fue algo superior al grupo con ACPG negativos, no llegando esta diferencia a alcanzar significación estadística. Como única clínica asociada se detectó ferropenia en 3 pacientes con ACPG positivos. Todos los pacientes con ACPG positivos presentaron hipergastrinemia, siendo la cifra de gastrina significativamente más elevada que la del grupo con ACPG negativos. En el grupo de ACPG negativos se determinó la gastrinemia en 28 de los 53, y en 2 casos los valores de gastrina fueron ligeramente superiores al valor máximo de normalidad. En el grupo de ACPG positivos se determinó además, el nivel de pepsinógeno I en 3 de los 4 pacientes, encontrándose valores disminuidos en todos ellos. La ETAI se encontraba asociada a otras enfermedades autoinmunes en 7 pacientes, todos ellos con ACPG negativos, (DM1 en 3 casos, enfermedad celíaca en 1 y vitíligo en 3). Se practicó endoscopia digestiva alta en 3 de los pacientes con ACPG positivos y en 2 se confirmó gastritis crónica (Tabla 3). Uno de ellos, (paciente nº 2) adolescente mujer de 18 años de edad diagnosticada a los 14 de enfermedad de Enfermedad de Graves, la histología realizada detectó gastritis crónica moderada e hiperplasia neuroendocrina micronodulillar unido a la presencia de escasos gérmenes compatibles con H. pylori. Tras realizar tratamiento erradicador de dicha infección con resultado positivo (Test de ureasa negativo), persistió la hipergastrinemia, por lo que se solicitó, para descartar tumor carcinoide, cromogranina A y gammagrafía con ocreótido, no evidenciándose proceso tumoral neuroendocrino. En el paciente nº 3 la endoscopia se realizó sin sedación y el informe refiere que por problemas técnicos, el resultado no fue concluyente.
DISCUSIÓN La prevalencia de ACPG en nuestra serie de pacientes con ETAI es del 7%, inferior al 30% publicado con anterioridad por otros autores(5), superior al observado en población de niños y adolescentes sanos(6) y similar al descrito en niños con otras patologías autoinmunes como DM tipo 1(7). Aunque algunos autores opinan que la GAI se asocia más frecuentemente a enfermedad de Graves(5), en nuestro grupo la prevalencia de ACPG positivos fue similar en tiroiditis linfocitaria crónica que en enfermedad de Graves, al igual que lo publicado en otras series de pacientes adultos(8). La presencia de ACPG aumenta con la edad(3). En población adulta se ha observado que la presencia de ACPG en la tercera década alcanza al 2,5% de la población, incrementándose hasta el 9,6% en la octava década(1). En la edad pediátrica, la edad más joven en la que se ha publicado la asociación de GAI y ETAI fue una niña de 11 años(9). En nuestro estudio la edad mínima, en la que se observó dicha positividad fue de 13 años; una adolescente mujer con más de dos años de evolución desde el diagnóstico de ETAI, similar al único caso publicado en nuestro país(10). La GAI es un proceso que se desarrolla de forma lenta y silente por lo que la clínica puede tardar años en aparecer(2,3). Una de sus manifestaciones más precoces y frecuentes es la anemia ferropénica, que se observa en un 20-40% de los pacientes con GAI. A pesar de que el hierro no se absorbe en el estómago, el HCl facilita su absorción al liberarlo de su unión a proteínas y además favorecer el paso de ion férrico a ion ferroso(1). Se ha descrito una relación entre ACPG y ferritina siendo los pacientes con ACPG positivos, los que muestran valores de ferritina más bajos(6). En nuestro estudio, tres de los cuatro pacientes con ACPG positivos mostraron diversos grados de ferropenia sin otra sintomatología asociada. La anemia perniciosa, consecuencia de la disminución de factor intrínseco y de la falta de absorción de vitamina B12, es la manifestación más típica de la GAI pero sólo se detecta en un 15-25% de los casos y tarda 30-40 años en producirse, no habiéndose descrito casos en series pediátricas. De lo anterior se deduce, que dada la escasa sintomatología de la GAI en sus fases tempranas, es importante para su detección precoz el disponer de marcadores biológicos, en este caso inmunológicos (los ACPG), que manifiesten su presencia en ausencia de clínica. La determinación de ACPG puede realizarse por inmunofluorescencia o por ELISA aconsejándose en la literatura este último, por ser un método cuantitativo, más sensible y menos subjetivo que el primero(3,1). En nuestra serie sin embargo, los ACPG fueron determinados por inmunofluorescencia. Algunos autores aconsejan que dado que la positividad de los ACPG en la GAI no es del 100%, se debe asociar a la determinación de los ACPG la cuantificación de gastrina(10). Del mismo modo que los ACPG son el marcador inmunológico de GAI, la hipergastrinemia unida a disminución del pepsinógeno I constituyen los marcadores bioquímicos de GAI. En nuestra serie encontramos hipergastrinemia en todos los pacientes con ACPG positivos, lo que confirma la asociación, ya descrita, entre ACPG y gastrina(6). El método que confirma la gastritis atrófica es la biopsia de la mucosa gástrica tomada mediante endoscopía digestiva alta. La ausencia de clínica y siendo la gastroscopia un procedimiento invasivo que requiere en muchas ocasiones sedación, hace difícil su planteamiento como exploración a realizar a todo paciente con ACPG positivos. Segni en una serie de 39 pacientes pediátricos con ETAI y ACPG positivos, realiza 18 gastroscopias encontrando GAI sólo en 5 pacientes, 4 de los cuales presentaban hipergastrinemia y bajos niveles de pepsinógeno I, por lo que establece que es la presencia conjunta de positividad de ACPG e hipergastrinemia lo que hace aconsejable la realización de endoscopia digestiva alta(5). Se practicó una gastroscopia a 3 de los 4 pacientes con ACPG positivos, y en dos se confirmó la presencia de gastritis crónica, en un caso asociada a presencia de gérmenes compatibles con H. pylori. La asociación entre GAI e infección por H. pylori ha sido descrita por diferentes autores(1,2,5,7,8) y se discute si la infección por este microorganismo desempeña algún papel en la aparición de la GAI. Una de las posibles hipótesis que se postulan es que exista algún tipo de mimetismo molecular entre estructuras antigénicas bacterianas y ciertas proteínas de las células de la mucosa gástrica. Dado que la infección por H. pylori puede cursar con hipergastrinemia y evoluciona también a atrofia de la mucosa gástrica sería recomendable descartar y tratar dicha infección antes de realizar la endoscopia en búsqueda de GAI, en pacientes con ACPG positivos(6). De nuestro estudio se deduce que la investigación de GAI debería incluirse en el protocolo de seguimiento de adolescentes con ETAI aunque dado el pequeño número de nuestra muestra, sería recomendable la realización de estudios longitudinales con un mayor número de pacientes, para poder asegurar de forma más precisa cuándo y con qué frecuencia debería realizarse dicha búsqueda.
CONCLUSIONES La asociación entre GAI y ETAI puede estar ya presente en la adolescencia. Por ello aconsejamos su investigación mediante la determinación de ACPG y gastrina, y en presencia de ACPG e hipergastrinemia recomendamos la confirmación histológica. Dada la edad de los adolescentes en los que se encontró GAI, una opción sería diferir el estudio hasta el momento de la transferencia del paciente al servicio de adultos, o antes si aparece clínica asociada.
Conflictos de interés Los autores declaran que no tienen conflictos de interés potenciales relacionados con los contenidos de este artículo. | |||||||||
References | |||||||||
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