Emilio Borrajo Guadarrama, turolense ilustre, nos dejó físicamente el pasado mes de agosto. Y digo físicamente, porque intelectual-sentimental-moralmente seguirá por siempre entre los que lo conocimos personalmente o a través de sus muchos conocimientos profesionales. Presentes o futuros pediatras saben o sabrán quién fue y, sobre todo, qué hizo.

Su reciente foto, que puede apreciarse en el excelente artículo del profesor Manuel Sánchez-Solís ‘In memoriam profesor Emilio Borrajo’, Sociedad de Pediatría del Sureste de España (https://spse.es/in-memoriam-profesor-emilio-borrajo/), refleja muy bien quién era, con esa sonrisa suave, cariñosa, comprensiva y bondadosa. Dicha publicación relata muy bien su actividad docente e investigadora, y su importante influencia en el desarrollo de la endocrinología pediátrica en España.

Lo conocí personalmente y puedo constatar cómo ejerció durante dos años la presidencia de una recién creada Sociedad Española de Endocrinología Pediátrica (SEEP). En 1977 nos reunimos en Zaragoza un grupo de pediatras interesados en endocrinología pediátrica para fundarla, creando en abril de 1978 una junta directiva formada por un presidente, que fui yo; un secretario, M. Pombo; y vocales, R. Gracia, L. Loridan, Rodríguez Hierro y E. Vicens. En octubre de 1978 nos reunimos 18 pediatras en La Toja para aprobar, con un solo voto en contra, los estatutos y el reglamento de funcionamiento de la creada sociedad. Quiero mencionar aquí la gran labor que hizo M. Pombo al redactar dichos estatutos y reglamento, que nunca olvidaremos. Entre 1980 y 1982, Emilio Borrajo fue presidente de la SEEP, estimulándola y cuidándola como se hace con un niño pequeño. De 18 miembros en 1978 hemos pasado a 298 en 2022 gracias al entusiasmo y la dedicación de las distintas juntas directivas y de los muchos pediatras interesados en esta disciplina-especialidad.

Habiéndolo conocido y analizando sus logros, sabemos que Emilio Borrajo dedicó gran parte de su actividad profesional a educar y formar. No sólo a educar a muchos médicos, sino a la sociedad en general. Desde la composición de la leche materna, hasta contestar a preguntas de padres preocupados por el crecimiento de sus hijos, a temas del desarrollo, la pubertad, genética, nutrición etc., se ve claramente que Emilio Borrajo no sólo era un gran docente, sino que, para mucha gente, del pueblo llano, era don Emilio, que atendía a sus problemas.

Yo recuerdo claramente su carácter aragonés y alguna vez hicimos alguna broma al respecto. Su sinceridad, la claridad de sus comentarios, la aceptación de otras opiniones, el diálogo y no la imposición, los consensos, etc., son bastante corrientes, para nada exclusivos en Aragón, y él los ejercía con normalidad y sin autoritarismo.

Amigo Emilio, siempre te recordaremos, gracias por todo lo que hiciste por los niños y, en general, por la sociedad. Tuve la suerte de conocerte y aprender mucho de ti.